domingo, 30 de enero de 2011

Carta póstuma a Elvia Zúñiga Lázaro

Elvia, no tienes idea de cómo desearía no tener motivos para escribir esto…

Desde el pasado 9 de octubre he querido hacer una entrada digna de ti, donde pudiera expresarte lo mucho que SIGNIFICAS para mí, lo mucho que ERES para mí… No hablo en pasado por que siempre estarás en nuestras vidas y por que aún no asimilo que ya no estás aquí… Me es imposible imaginar una navidad sin vernos, sin tener esas largas pláticas en la sala de tu madre. Sé que no nos frecuentábamos mucho, por que siempre estabas trabajando, pero en realidad nos haces falta!!... Estos últimos días han sido extremadamente difíciles para todos y nos atormenta el habernos confiado en que aún había tiempo…

Hace poco mas de un año, publiqué algo mas o menos así:Toda mi vida he estado rodeada de excelentes y reconocidos profesores, de maestros que han entregado su vida entera a la docencia, gente enorme en el sentido profesional, personal y emocional. Personas que representan una gran y hermosa influencia en mi vida.”…
Si, pensaba en ti cuando escribí esto; Fuiste la persona mas entregada a su trabajo que pudiese existir y tenías tiempo de todo, tenías tiempo hasta para preocuparte por los demás. Siempre admiré tu calidad humana y tu increíble compromiso con este país, con esta sociedad…

Imagino que has visto los homenajes que te han realizado, las innumerables muestras de cariño, apoyo, respeto y agradecimiento hacia ti y tu familia. No ha habido despedida en la que no se derramen lágrimas; perdimos a una grande y de la peor manera. A veces me tranquiliza suponer que estás viendo eso, que estás dentro de esos auditorios viendo como reconocemos tu trabajo y mandándonos señales de que todo estará bien. He hablado mucho de ti, he escrito muchas veces esta carta, pero siempre hay algo que me detiene. Hoy soñé contigo, y el hecho de hacerlo, me hizo pensar que era una especie de empuje para finalmente, publicar esta carta.

Recuerdo cuando me contaste del día que hiciste tu examen profesional y que un par de lágrimas salieron de tus ojos, fue en ese instante, en un salón de la Benemérita Escuela Nacional de Maestros, cuando supe que yo quería experimentar lo mismo, cuando me sentí realmente convencida de que quería ejercer esta carrera y llegar a ser (al menos un poco) como tú… Sé que será difícil, por que yo no tengo tus grandes habilidades ni tu enorme corazón, pero te prometo que haré mi máximo esfuerzo por seguir con tu lucha, por defender tus ideales y por buscar lo mejor para todos.

Gracias por estar siempre allí, por llamar aquél 7 de julio y tomar el lugar de mis papás, por siempre ofrecernos tu ayuda, por la eterna sonrisa; por permitirnos ser parte de tu familia, de tu círculo social: de tu vida. Gracias por todo.